Al artista le encantaba representar los estados de transición de la naturaleza: la noche que aún no había salido, el oleaje de una mañana nacida, a fines del otoño o principios de la primavera, cuando la naturaleza es tan íntimamente misteriosa, espiritualizada, impregnada de algún tipo de “luz no nocturna”, llena de un sonido musical especial.
El maravilloso cuento de hadas del crepúsculo de invierno en la película Frosty Evening se escribió a partir de un dibujo de principios de los años 30 del álbum Smirnov-Rusetsky, conservado por O. Belyaev. El ciclo “Transparencia” es uno de los ciclos artísticamente más desarrollados y profundamente filosóficamente significativos del artista. Incluye más de 260 pinturas y no menos estudios. El tema de la “transparencia” no fue transitorio para el artista.
La idea de doble mundo fue el núcleo de su cosmovisión, un fiel seguidor de las ideas filosóficas de los Roerich. El artista fue fiel a ellos toda su vida y se expresó de la manera más adecuada en este ciclo.
Crepusculo El claro del bosque en la bruma del aire casi tangible, helado, azulado, púrpura, que hace que incluso el primer plano de la imagen, las siluetas de las masas de árboles alineados a los lados del claro de los árboles, son desenfocados y fundidos. Y luego, como a través de un cristal de hielo delgado, las masas y las formas se adelgazan, se funden en una bruma lila, e incluso el frío cielo invernal de algún color inexpresable, con una hoz solitaria, apenas visible en la helada aureola del mes, se disuelve y se derrite desde arriba.
Y en el centro de la imagen hay un pino envuelto en escarcha, que parecía no tener tiempo para esconderse en las profundidades del bosque, y se había quedado dormido hasta la primavera en un mullido manto de nieve azul lila. La naturaleza duerme, pero está animada por corrientes internas, porque un resplandor apenas visible emana del pino aparentemente dormido, “luz inefable”, como lo expresó Yu. V. Linnik, y quizás ella guíe tranquilamente su conversación mágica con el cielo y este joven Un mes para conocerla. Tranquilo y solemne, como en el templo.
Y algún tipo de fuerza seductora hace que la mirada se adentre más y más en los planes transparentes, se funda allí, en el infinito, con el cielo. Qué consonante es este paisaje del alma iluminada del hombre, convertido en un impulso creativo a la búsqueda de la verdad eterna y la esencia del ser.