El cuadro “Evening on the Volga” atrae al espectador por su brevedad. Representa una puesta de sol de principios de verano, las nubes cubren el sol, pero aún así la luz. El crepúsculo se acerca poco a poco.
Un poco más lejos en el horizonte, el Volga se fusionó con el cielo, lo que crea la sensación de que la superficie del agua es infinita. La imagen es bastante voluminosa y sorprende con su realismo. Gracias a la magnífica vista del río, parece que estás parado en su orilla.
En el primer plano se puede ver una orilla suave, está cubierta de hierba rara pero brillante. En la orilla, cerca del agua, hay varios viejos barcos de pesca, pero no hay gente alrededor.
La orilla se extiende hacia las obras más lejanas. Parece que el río no tiene límites, va más allá de los bordes del lienzo. El autor retrató el paisaje con mucha calma, pero los fríos tonos azulados, que en su mayoría están presentes en la pintura, ocultan la tensión y la tristeza en sí mismos.
Todo aquí está inmóvil, no hay viento, ni ondulaciones en el agua.
Puedes sentir el frescor de la noche, el olor a lodo y la frescura que emana del agua. El cielo está colgando muy bajo, está a punto de tocar el agua. Las nubes son sombrías y sombrías, cubriendo el sol casi poniente. Pero los rayos todavía se abren paso detrás de las nubes antes de desaparecer por completo en el horizonte.
En el fondo se puede ver la orilla, cubierta de sombra, el atardecer ya ha caído en la distancia.
El trabajo lleva una filosofía absoluta. Aquí y la profundidad de las experiencias, y la imagen de la soledad y la tensión. El espectador tiene el deseo de estar en esta orilla, de pensar en lo eterno, mirando a algún lugar lejos, donde el cielo y el río se encuentran, el sol se pone detrás del horizonte, donde se acerca la oscuridad de la noche.