En la pintura de Whistler “Symphoria in White No. 2” se escuchan los ecos de la cultura japonesa. Sin embargo, el servicio de porcelana, abanico y flores rosadas, que se asemejan a las flores de sakura, son solo detalles aquí, y la atención no se centra en ellas: el artista se fija otros objetivos.
El lienzo muestra a una joven que, tristemente, examina el anillo de bodas de su mano izquierda y al parecer recuerda a su amada, con quien actualmente está separada por algún motivo. La escena está llena de tristeza brillante, un aura de tristeza pensativa. La recepción compositiva del reflejo del espejo enfatiza el misterioso estado de ánimo de la imagen.
“La chica de blanco” representa la ruptura decisiva de Whistler con el realismo. En 1864, durante una presentación en la Royal Academy de Londres, la imagen asombra y aprueba a todos los que, en palabras del poeta Charles Baudelaire, consideraban la pintura realista como “una guerra con la fantasía”.
En esta foto, Whistler buscó combinar elegancia y buen gusto con imaginación. “El refinamiento siempre ha sido para él el elemento dominante, el portador de todo lo mejor, una combinación de emotividad y precisión”, dijo uno de sus amigos a Whistler. Fantasía, refinada sofisticación y elegancia, inherente a la personalidad del artista y tan exitosamente encarnada en “La chica de blanco”, hace de esta imagen una de las obras más ilustrativas de Whistler.
En 1867, el artista agrega al título de la imagen el término musical “Symphony in White No. 2”. En su opinión, la armonía de los colores debe actuar sobre el espectador como una pieza musical, y, por lo tanto, Whistler busca encontrar una unidad armoniosa de una gran cantidad de tonos de blanco.