Sobre este pequeño lienzo, Rossetti dijo que le gustaría retratar a una dama rica que, tal vez, pretende la pintura como un regalo para alguna iglesia, y quiere que se copie la figura del santo. La acción tiene lugar en un taller lleno de gente del artista.
La dama que posa para Santa Catalina ha sido cancelada por Elizabeth Siddal: está vestida con un vestido amarillo y negro, decorada con un bordado decorativo de color escarlata. Ella pone una mano en un volante con púas, un instrumento medieval de tortura y el atributo principal de Santa Catalina, y en su otra mano sostiene una rama de palmera, un símbolo del martirio.
En el fondo, Rossetti colocó a un grupo de estudiantes mirando un boceto de la imagen de San Sebastián: la trama del lienzo del futuro se adivina mediante flechas que perforan el cuerpo del mártir. La pintura “Santa Catalina” fue ordenada por Reskin, aunque el crítico la llamó “tontería” y luego se negó a comprarla.