Gustave Moreau fue educado en la tradición clásica occidental, pero una gran influencia en el artista tuvo su relación con la cultura exótica de países lejanos, de diferentes épocas y pueblos.
Las fotografías que coleccionó, sus propios bocetos y bocetos hablan de una amplia gama de sus intereses. Aprendió con entusiasmo sobre todo: sobre el castillo de la Alhambra en España y los templos del templo azteca en México, sobre los hotentotes africanos y los encantadores de serpientes de El Cairo. Pero sobre todo el artista atrajo a este.
Gracias a dos grandes exposiciones de arte de los pueblos de Asia, celebradas en París en 1867 y 1873-74, Moreau pudo familiarizarse con las impresiones japonesas, las miniaturas persas, la escultura y la arquitectura de la India.
La pasión de Moro se reflejó en sus obras, por ejemplo, en la bella acuarela “Peri”, ciertamente inspirada en las miniaturas de la época Mogul expuestas en el Louvre, así como en las fantasías del artista sobre “temas exóticos” que llevaron a la aparición de la pintura “Sansón y Dolil”, 1881-1882. Otra confirmación de su rica imaginación puede servir como un vestido y una postura de Safo 1871-72, que recuerdan los grabados del artista japonés Kunisada: su álbum, Moreau, fue adquirido justo en esos años en una tienda de antigüedades.