La Sagrada Familia, o Madonna con el José sin barba, guardada en el Hermitage, se refiere al período florentino temprano de la obra del artista. Joseph, Mary y el bebé forman un grupo sorprendentemente simple y natural.
En representación de María, el infante Cristo y San José, Rafael limpia sus imágenes de todo lo que es cotidiano, descarta rasgos aleatorios y detalles cotidianos, colocándolos en un pedestal de perfección. Líneas fluidas y suaves de contornos, una tirada de manchas de color, una cuidadosa disposición de las figuras dan lugar a la sensación de armonía, grandeza y simplicidad inherente a las obras de Rafael. El artista se retira de la iconografía tradicional de José, representándolo sin barba, de ahí el segundo nombre de la pintura.
Ante nosotros hay una escena idílica de la vida familiar. Un minuto de silencio silencioso, experiencias interiores indescriptiblemente poéticas. Estos sentimientos están tan perfectamente limpios, que expresan poéticamente el santo calor de la maternidad, que si Madonna Rafael ya no puede orar, entonces en estas imágenes brillantes respiras el estado de ánimo de la pureza divina y el mundo de la luz.
En la Virgen con el José sin oso, las figuras llenan casi toda la superficie de la imagen y, por así decirlo, se giran en el plano del relieve. La cabeza del bebé en el centro de la composición. El patrón de triángulo aparece claramente en las imágenes de la Virgen y el bebé.
La plasticidad de las formas, los contrastes de las líneas, sus pendientes se sienten vívidamente cerca de las verticales de las pilastras y el bastón de José.
Su figura completa a la perfección el grupo, armonizándolo con la forma rectangular de la imagen y empujando sus imágenes principales. Las líneas redondeadas de las cabezas, los hombros y los halos encuentran su última respuesta armónica en la curva rítmica del arco sobre el paisaje brillante. Así, la expresión interior de paz, paz clara, se responde en una combinación de todas las formas y líneas y la brillante luminosidad del paisaje. ¡Qué sutilmente pensado y pesado en el trabajo creativo de cada característica de esta visibilidad iluminada!
Ya en las primeras obras de Rafael, los rasgos individuales únicos son obvios. El joven artista busca la concreción de la vida. En la mayor medida, esto se refiere a la imagen del viejo José, quien tradicionalmente estaba representado con una gran barba que enfatizaba su edad. Rafael interpretó al anciano sin barba. Este detalle era tan característico que la pintura de Rafael fue nombrada “Madonna con el José sin barba”.
María y el niño Jesús están más claramente individualizados, pero claramente.
El artista da la figura de un bebé en un giro complicado, en el que la influencia de Leonardo sin duda afecta. Pero al mismo tiempo, Rafael se esfuerza por lograr la mayor simplicidad y armonía de la imagen. El artista une tres figuras en un grupo relajado pero inseparablemente conectado.
La composición de la pintura se basa en motivos repetitivos y superpuestos de un círculo y un arco semicircular.
Esta técnica le da a la composición una sorprendente musicalidad, integridad y estabilidad. Nada se perturba la calma, aunque avivada por una ligera tristeza, domina el cuadro. La impresión apenas perceptible se disuelve en ligeras y delicadas consonancias de color.
Aquí Rafael alcanza una sutileza tan colorista, que no siempre tuvo éxito en trabajos posteriores.