Pintura del pintor francés Jacques Louis David “Retrato de Pío VII”.Tamaño del retrato 86 x 71 cm, óleo sobre lienzo. Pío VII – Conde Chiaramonti, nacido en Cesena, pariente y sucesor de Pío VI. Pío VII, a la edad de dieciséis años, se unió a la orden benedictina, fue maestro y abad del monasterio de San Calixt. Pío VI lo nombró obispo y cardenal.
Seleccionado como cardenales papales en Venecia, Pío VII regresó a Roma, ocupado por tropas napolitanas.
Dirigido por su secretario de estado, Consalvi, Pío VII concluyó un concordato con Napoleón, quien restauró la Iglesia Católica en Francia, pero tuvo que reconocer la secularización de los bienes de la iglesia, el nombramiento de un gobierno de obispos y la llamada declaración de 1682. Pío VII concluyó concordados similares con las repúblicas italianas y reconoció la secularización de las posesiones espirituales en Alemania. Aprovechando su paz temporal, restauró la orden de los jesuitas en Sicilia.
Con la esperanza de lograr nuevas concesiones de Napoleón, Pío VII acordó venir a París y coronar a Napoleón como emperador. Napoleón permitió a los monjes, pero no se hicieron otras concesiones al Papa. Hay noticias de que Napoleón le ofreció al Papa quedarse en Francia para siempre, pero Pío VII rechazó la oferta y regresó a Roma.
Cuando Napoleón nombró a su hermano José por el rey napolitano y exigió que el papa se uniera al sistema continental, Pío VII protestó contra ambas medidas; Roma fue ocupada por tropas francesas, y poco después, la Región de la Iglesia fue anexada a Francia. Pío VII, que había excomulgado a Napoleón de la iglesia, fue arrestado y llevado primero a Grenoble, luego a Savona, y finalmente a Fontainebleau.
Al principio, el Papa se mantuvo firme y no reconoció a los obispos nombrados por Napoleón; pero el arresto se estaba volviendo más severo, y Pío VII, aislado del mundo, acordó aprobar a los obispos, aceptar todas las órdenes de Napoleón y quedarse en Francia; en este sentido se concluyó un nuevo concordato. Cuando el imperio comenzó a acercarse a la caída, Pío VII renunció a todas sus concesiones y regresó a Roma bajo los auspicios de los Aliados, recuperando sus antiguas posesiones, excepto Aviñón.
Los ganadores comenzaron a ver a Pío VII como uno de los pilares más importantes del legitimismo, y Pío VII aprovechó hábilmente la nueva dirección. En 1814, el papa Pío VII restauró la orden de los jesuitas; Consalvi concluyó concordatos que fueron beneficiosos para la iglesia con Francia, Baviera y Nápoles y un acuerdo con Prusia. El mayor fracaso de Pío VII en este momento fue su infructuosa protesta contra el Congreso de Viena, que no restauró las posesiones espirituales en Alemania.
Pío VII fundó el Museo de Arte Chiaramonti.