El tema de la vida campesina es una prioridad en los primeros trabajos de Van Gogh. Al igual que su ídolo, Jean-François Millet, trata de transmitir al espectador la belleza de la existencia simple y simple de los campesinos, mostrando con sinceridad las difíciles condiciones de su vida. Bodegón con utensilios campesinos, paisajes rurales sin alegría con chabolas destartaladas, retratos de personas comunes formaron la base de la creatividad holandesa del autor.
En este retrato, escrito en 1885, Van Gogh representa a una joven campesina con un chal verde. El artista utilizó una manera deliberadamente simplificada, basada en la transferencia rápida de los rasgos más característicos de la cara, sin dibujar detalles cuidadosamente. La imagen está escrita en colores oscuros, compuestos de tonos cálidos de ocre, rojo y marrón.
La ropa de la mujer casi se fusiona con el fondo, y el foco principal está en su rostro oscuro y grueso, con una frente baja y pómulos anchos.
El autor no se concentra en la similitud del retrato, denotando rápidamente rasgos faciales de trazos oscuros. Pero al mismo tiempo, hace todo lo posible para transmitir la belleza interior inusual de una mujer. La mirada suave de sus grandes ojos ennoblece su rostro, haciendo que sus rasgos simples y gruesos sean casi hermosos.
La imagen de una mujer campesina está llena de pureza y espiritualidad, puede compararse con las imágenes de las Madonnas en las pinturas de artistas del Renacimiento. Esto expresaba la actitud infinitamente reverente del autor hacia la gente común.