En esencia, este retrato no es un retrato: mientras que el joven es a menudo identificado como Hamlet, la imagen es probablemente una alegoría “Vanitas” tradicional para el arte holandés, es decir, vanidad en el sentido de efemeralidad y vanidad de las riquezas terrenales. La prueba de que la trama se basa en este tema es una calavera, que recuerda a la muerte.
La tradición holandesa de representar a un joven con un cráneo se remonta a grabados del siglo XVI. Su vestido exótico se asemeja al estilo pintoresco de los maestros de Utrecht, quienes siguieron las nuevas técnicas de Caravaggio. Pero hay una diferencia significativa en el trabajo de Khals: la figura no sobresale de la sombra a la luz, como es habitual en los artistas de la escuela mencionada anteriormente, sino que está iluminada desde atrás.
Aquí está el efecto de “trompe I’oeil”: el cráneo se representa como si estuviera fuera del plano de la imagen. Todo esto atestigua la gran habilidad del autor.