A pesar de la extinción de su talento a fines de la década de 1760, el artista continúa trabajando mucho durante la próxima década. Los años setenta de Antropov se abrieron con un gran desfile de Pedro I, creado para ser “entregado” a la cámara sinodal de miembros.
El artista utiliza los atributos tradicionales y comúnmente utilizados del retrato real del rey. Siguiendo el esquema aprobado, Antropov representa una mesa con regalía real, una silla del trono, una columna obligatoria y una cortina igualmente.
Para escribir la cabeza de Pedro I, se utilizó un retrato de la obra de J. M. Nattier. En el trabajo, se puede rastrear la severidad de la estructura compositiva y la tendencia de los medios de sombra de luz para transmitir el volumen del espacio. A través de sus detalles, el retrato “cuenta” sobre los grandes logros del emperador.
Desde que el lienzo fue escrito para el Santo Sínodo, Pedro I señala con la mano derecha los “Reglamentos espirituales”, según los cuales la Iglesia comenzó a obedecer al estado, y en lugar del patriarcado se estableció un Sínodo.
No es casualidad que aparezca en la ventana una vista de la fortaleza de Pedro y Pablo: esto sirve como una indicación del establecimiento por parte de Pedro I de una nueva capital y la transformación de Rusia en un imperio. En este trabajo de A. P. Antropov se pueden ver las características de la nueva tendencia estilística que se desarrolló en el arte ruso de la década de 1770: el clasicismo.