El renombrado pintor de paisajes a lo largo de su vida escribió retratos, aunque esta área de su trabajo era casi desconocida para los contemporáneos, ya que Corot no los mostró en el Salón.
Como pintor de retratos, Corot hace su debut en la década de 1830. Este es el momento de la creación de una serie de retratos de sobrinas: las señoritas Sennegon. Solo una de las chicas tiene dieciséis años, un tío amable toma pinceles y una paleta.
Sienta a otra sobrina en una posición relajada, obligándola a apoyarse en algún objeto (el borde de la mesa, el banco de césped) y escribe de forma generalizada y amplia, sin detallar ni aplastar la forma.
Una de las obras más cautivadoras y vivas de estas obras: “Retrato de Octavia Sennegon”. Tanto astuta expresión facial como postura, en la que, a pesar de la inactividad forzada, la inquietud es visible, hablan de un carácter sociable e inquisitivo. Octavia posa a Koro con un modesto vestido casual.
Sus anchas mangas se juntaron en la parte superior, a la manera de ese tiempo, un gran collar desató la fragilidad de una figura que ha preservado a muchos niños.