La imagen de un amigo bueno y cercano de Dürer, miembro del Concejo Municipal de Nuremberg, Jerome Holtschuera, es uno de los retratos de artistas y talleres de más alta calidad. El aspecto atemorizante y vigilante de los ojos ardientes del modelo, que atrae la atención de inmediato, cautiva con el poder de la expresión interna que posee esta imagen.
En la interpretación de la superficie pictórica del retrato, Durer sigue los pasos de sus predecesores, los maestros holandeses del siglo XV, que pudieron reproducir todas las características de la apariencia externa del modelo con un grado de detalle inconcebible. Como ellos, un artista con un arte asombroso enumera literalmente cada cabello de la barba y la cabeza de su héroe, en cuyo alumno se puede ver un reflejo microscópico de una cubierta de ventana en el taller del artista.
Sin embargo, el poder de la vida espiritual de este hombre, manifestándose en un giro del torso energético y dirigido en la dirección opuesta con una mirada decidida y audaz, nos hace recordar las entonaciones heroicas en los retratos de las obras de los maestros del Renacimiento italiano, cómo se mostraba a la gente en las obras de Mantegna y Rafael.