En el apogeo de su trabajo creativo, el mejor retratista flamenco, Anthony Van Dyck, trabajó en la corte del rey Carlos I. Creó toda una galería de retratos de la nobleza inglesa, entre ellos el retrato de James Stewart, el duque Lennox y Richmond.
Esta es una imagen ceremonial: una estrella de plata está bordada en la chaqueta del primo real, lo que indica que tenemos un titular de la Orden de la Jarretera. Se para en una pose orgullosa, impresa en toda su altura, y para que el espectador mire a Stewart un poco más abajo. Pero, ¡cuán simpático es el humor como Van Dyke vio a este aristócrata!
El artista subraya la figura larga del retrato por el formato alargado de la imagen y por el hecho de que hacia la izquierda y hacia la derecha mueve el cuadro más cerca de la imagen.
Junto a él, el artista accedió a escribir a su querido perro, también alto y flaco. Sin embargo, el retrato estaba cubierto con una calidez increíble: no importaba cómo Stewart intentara darle a su rostro una expresión fría y arrogante, como es habitual en los retratos oficiales, no surgió nada. Él cautiva al espectador con su encanto y amabilidad.