Con extraordinaria veracidad y franqueza, Bryullov recrea la imagen del abogado F. Ascani, cuya hospitalidad tuvo que usar durante sus viajes por Italia.
Sin adornos ni idealizaciones, transmite la apariencia de un anciano Ascani, conocido por su adhesión al culto de Baco: una cara roja e hinchada con un aspecto nebuloso debajo de los párpados gruesos apretados, una nariz carnosa, dispersa en el desorden, mechones delgados de pelo gris. El artista recrea vívidamente y directamente la imagen de una persona bondadosa y débil.
En su forma característica de Bryullov, en este momento, moldea de forma tangiblemente convexa la forma con un movimiento amplio y jugoso, aumentando su sonido de color para caracterizar más claramente la imagen de Ascani. Usando la forma del retrato del busto, inscrito en el óvalo, Bryullov resalta la cara con una luz fuerte y aguda, sumergiendo todo lo demás en la sombra.