El 13 de julio de 1762, un grupo de pintores fue enviado desde San Petersburgo a Moscú para decorar las puertas triunfales antes de la coronación de Catalina II. Entre ellos estaba A. P. Antropov. Después de las celebraciones, el patio permaneció en la antigua capital durante casi un año, por lo que el artista tuvo tiempo suficiente para completar una serie de retratos aquí.
Así, aparecieron imágenes de miembros de la familia Buturlin, nobles ricos de Moscú, que poseían grandes propiedades, incluida la famosa aldea de Palekh, el centro de la pintura de iconos.
El jefe de la familia, DI Buturlin, en el espíritu de los ideales de la Ilustración y las tradiciones patriarcales de la antigüedad rusa, gobernó sus estados de manera inteligente y justa. Por ejemplo, sus cartas sobrevivientes al burgomaestre de Palekh contienen demandas para resolver asuntos controvertidos en una reunión general de campesinos, “de acuerdo con una sentencia mundana”. El retrato de este hombre atractivo pertenece a las mejores creaciones de Antropov, aunque en su pintura después del retrato de A. M. Izmailova puede parecer algo arcaico, “parsunny” y, por lo tanto, a primera vista, inesperado.
Esta impresión no es accidental, se asocia con ciertas técnicas artísticas, que recuerdan a la pintura de iconos. El retrato de Dmitry Ivanovich Buturlin fue ejecutado, de acuerdo con la inscripción en la parte posterior cuando tenía 59 años. Una cara energética, con grandes rasgos, como si estuviera tallada en madera fuerte.
En un esfuerzo por transmitir la fisicidad y la tangibilidad del objeto de la imagen, el artista realiza un modelado muy claro y convexo de la cara y las figuras, que, por así decirlo, van más allá del plano del lienzo y se asemejan a un relieve esculpido de pintura brillante. La cara del modelo está idealizada, sus contornos y características se distinguen por una uniformidad impecable, la forma se construye utilizando líneas refinadas generalizadas, el tamaño de los ojos es exagerado. Además, Antropov evita las sombras aquí, de modo que la cara parece emitir luz, pero plana y como si estuviera cortada de material sólido.
La iconografía se asemeja al colorido esplendor decorativo del retrato. Su color, especialmente azul, de tono muy intenso y brillante, le da a la imagen una gran actividad. Antropov enfatiza los rasgos específicos del personaje, alcanzando la máxima credibilidad y vitalidad de la imagen, sin profundizar en el mundo de la esencia espiritual del modelo.
La rectitud del artista en la transferencia de la naturaleza humana, las combinaciones de luces jugosas y contrastantes revelan la originalidad de su talento y un fuerte vínculo con el arte popular.