Externa – interna. Cualquier fenómeno puede ser experimentado de dos maneras. Estos dos métodos no son arbitrarios, sino que están asociados con los fenómenos en sí mismos; provienen de la naturaleza del fenómeno, de dos propiedades de la misma: la externa: la interna.
La calle se puede ver a través del vidrio de la ventana, mientras que sus sonidos se debilitan, sus movimientos se convierten en fantasmas, y se ve a sí mismo a través del vidrio transparente, pero duradero y sólido, que parece ser un fenómeno aislado que palpita en el “de otro mundo”.
O la puerta se abre: sales de la cerca hacia afuera, te sumerges en este fenómeno, actúas activamente en él y experimentas esta pulsación en su totalidad. Las gradaciones de tono y la frecuencia de los sonidos que varían en este proceso giran alrededor de una persona, ascienden en un torbellino y, repentinamente agotados, caen sin fuerzas. El movimiento de la misma manera se envuelve alrededor de una persona: un juego de trazos y líneas horizontales, verticales, que se mueven en diferentes direcciones en movimiento, engrosan y desintegran las manchas de color, suenan altas y bajas.
Una obra de arte se refleja en la superficie de la conciencia. Se encuentra “en el otro lado” y con la pérdida de atracción [hacia él] desaparece sin dejar rastro de la superficie. Y aquí, también, hay algún tipo de vidrio transparente, pero duradero y sólido, que hace imposible la comunicación interna directa.
Y aquí hay una oportunidad para entrar en el trabajo, actuar activamente en él y experimentar su pulsación en su totalidad.