Las tramas mitológicas siempre han interesado al pintor Rubens. Con el poder mágico del color y la línea, buscó revivir la historia que nos llegó en forma de mitos, historias respetadas, pero sin evidencia científica alguna. Así, Rubens parecía afirmar la autenticidad del incidente, creando su evidencia pictórica, muy realista y emocional.
Prometeo es un titán que incurrió en la ira de Zeus. En secreto, gracias al mayor permiso de Zeus, Prometeo dio fuego a la gente, por lo que estaba condenado al tormento eterno: estaba encadenado a una roca, donde un águila volaba todos los días para picotear su hígado. Al día siguiente, la víctima creció un nuevo hígado y el tormento del desafortunado Prometeo comenzó nuevamente.
El momento en que el águila picotea el hígado, Rubens representa con delicadeza. El espectador no ve la cara distorsionada de Prometeo: el águila la cubrió con una pata con garras. Sin embargo, por la forma en que sus músculos están tensos, al levantarse sobre un hermoso cuerpo atlético, es fácil adivinar qué está experimentando el titanio.
Vemos cómo Prometeo quiere esquivar un pico afilado que causa dolor, pero todos los esfuerzos son en vano: las cadenas ataron sus manos con fuerza.
La imagen completa se resuelve en tonos sombríos: una gran cantidad de negro, marrón oscuro con raros destellos de azul produce un impacto muy emocional. Sin embargo, en todo el lienzo se sienten tales patéticas, poderosas fuerzas y luchas: el héroe no espera con humildad su destino, que él sabe, sino que lucha constantemente con el ave y su castigo. La pintura de Dorubensovskaya nunca pretendió sentimientos tan poderosos, ni a la intimidad en las pinturas seculares, ni a seguir estrictamente los cánones académicos en los lienzos sobre temas religiosos.