El segundo episodio de la serie muestra la mañana de los jóvenes, que no están interesados el uno en el otro. El traje del marido recién horneado y su sombrero dicen que pasó la noche fuera de la casa, a diferencia de la joven esposa, que aparentemente acababa de levantarse. La confusión en la sala indica la naturaleza de la celebración que tuvo lugar el día anterior.
El administrador de la finca abandona la habitación, en cuya mano hay un paquete de facturas pendientes de pago y solo una paga, sola y colgante en el pasador para los recibos. El propietario, que ha caído en la apatía, no se da cuenta de que la gorra de dama, que el perrito está muy interesado, sobresale del bolsillo. La decoración de la habitación, como siempre, comenta vívidamente lo que está sucediendo: una imagen que muestra a Cupido en medio de las ruinas cuelga sobre la chimenea.
La artista se burla de los modales de la condesa recién nacida: ella bebe café como una verdadera dama noble y, al mismo tiempo, asiente vulgarmente. Cabe señalar que el artista más bien ridiculiza la situación, y no a las personas que están en ella. Una joven pareja parece ser una víctima de la inmoralidad que prevalece en la sociedad, y causa al espectador, no el ridículo, sino la simpatía.