Entre 1820 y 1823, Goya adornó dos grandes salas de su casa con una serie de pinturas, que más tarde fueron llamadas “negras” por sus colores sombríos y escenas que se asemejan a las pesadillas. Estas obras no tienen análogos en la pintura de entonces. Algunos de ellos están escritos en temas religiosos, otros en temas mitológicos, como, por ejemplo, “Saturno devorando a sus propios hijos”.
Sin embargo, en su mayor parte esta es la creación trágica de la fantasía del artista. Estos incluyen “Perro”, que representa a un perro cubierto de arena. Para estas escenas es característica una manera cruel y valiente de escribir; todo en ellos recuerda la muerte y la vanidad de la vida humana.
Los “cuadros negros” adornaron las paredes de “La casa de los sordos” hasta la década de 1870, después de lo cual el barón Emil Erlanger, un banquero y coleccionista de pintura alemán, los compró.
Los cuadros se transfirieron de las paredes al lienzo y se exhibieron en 1878 en París. En 1881, fueron donados al Museo del Prado en Madrid.