En la mitología griega, Pan es la deidad de los rebaños, bosques y campos. El hijo de la ninfa Driopa y Hermes. Estaba cubierto de pelo, con barba, patas de cabra y cuernos de cabra.
Pan entró en el séquito de Dionisio. Conocido adicto al vino y la diversión. Pan pase manadas, y en su tiempo libre jugó la pipa, que él mismo hizo. Su juego era tan maravilloso que las ninfas iban a sus sonidos. Manejaban bailes redondos y cantaban.
Pan se divirtió mucho. En los días calurosos, entró en los densos bosques y descansó allí.
Enojado, Pan era terrible, podía alcanzar el miedo “pánico” y ponerlo en fuga. Pero de buen humor ayudó a los pastores a arrear sus rebaños, en busca de una oveja perdida. A menudo se convirtió en miembro de varias fiestas y bailes organizados por el dios del vino Dionisio.
Un día, Pan se encontró con la ninfa Siringu en el bosque, quien mantuvo su virginidad estrictamente.
Pan quería acercarse a ella, pero Syringa, mirando a Pan, se alejó asustada. Pan corrió tras ella. Él ya la había alcanzado, ella sintió su aliento. Pronto el bosque terminó, la ninfa salió corriendo a la orilla del río. En su desesperación, extendió sus brazos al cielo, rezando al dios del río para que la salvara.
Y de inmediato Dios lo convirtió en una caña. Pan, ya preparado para agarrar a la ninfa, abrazó solo una caña flexible y silenciosa. Pan permaneció largo rato, suspirando tristemente, y luego cortó varias cañas e hizo de ellas una nueva tubería, que llamó jeringa.