Hablando sobre el paisaje de Ruysdael, uno no puede pasar por alto el silencio de su “cielo famoso”. Nublado en las nubes, brillando con los rayos de un tenue sol, domina en todas sus obras.
A veces hay una sensación de que el artista pintó paisajes solo por el bien del cielo. Casi todas las veces toma al menos la mitad del lienzo y, a veces, parece que el autor está mucho más interesado en lo que ocurre entre estas nubes que en lo que ocurre debajo de ellas.
El cielo de Reysdal no es una sustancia efímera. Es tangible, real, detallado. Las aves viven en él.
De ella va a llover, lo que da agua al campo, llenan el río.