La obra fue encargada por el autor de la Gran Duquesa cuando aún era muy poco conocido. A disposición del maestro se le dio la residencia de verano de los miembros de la familia imperial en las orillas del Golfo de Finlandia. En la sombría e inexpresiva costa norte, el autor logró encontrar un sonido romántico, colorido y una atmósfera extraordinaria.
Lo principal en el paisaje es la puesta de sol, su contenido colorido, tan auténtica y hábilmente representado por el autor, llena el trabajo con una atmósfera especial. En el paisaje hay un hombre. El hecho mismo de la presencia efectiva llena el paisaje con una especie de drama y sonido.
El mar no es solo un objeto hermoso para la imagen, es una fuente de ingresos, un campo para la actividad humana.
El cielo de la tarde, reflejado en la superficie del mar, lo pinta en sus colores, cálidos y suaves. La vista de los dilapidados puertos deportivos, el vapor que corre lejos, el horizonte brumoso, crea una atmósfera de tristeza romántica. El maestro fue especialmente exitoso en las nubes, pintado por la paleta solar de la tarde, la superficie del agua, casi perfecta, rocas cubiertas de musgo en el primer plano.
Incluso los palos en los que se cuelgan las redes se parecen a las torres de un antiguo castillo.