En abril de 1890, Van Gogh creó varios bodegones con flores. Entre ellos, destacan dos lienzos con grandes ramos de lirios morados. Uno de ellos el artista colocado sobre un fondo rosa. Para el segundo, eligió específicamente un color amarillo brillante que contrastaba fuertemente con el color de los pétalos.
El artista quiso con la ayuda de esta brillante combinación de tonos opuestos para maximizar la intensidad de la estructura colorida de la imagen.
Toda la composición está diseñada para resaltar y resaltar esta combinación de contraste. Van Gogh casi no prestó atención a los detalles, como si los combinara en una masa total con la ayuda del amarillo. Esto permite que el espectador se enfoque en el punto de iris púrpura brillante en el centro del lienzo.
El estilo de ejecución es cercano al arte japonés. El modelado en blanco y negro de objetos está casi ausente. Van Gogh representa todos los detalles del piso, llenando las amplias áreas de puntos uniformes sólidos.
El cuadro fue pintado en una técnica de empaste, aplicando una capa gruesa de pintura al óleo. A pesar del fuerte contraste, está lleno de ternura y lirismo. El artista escribió cuidadosamente y con amor los delicados pétalos de las flores que se tocaban al marchitarse.