El viaje a Bretaña, que Paul Gauguin hizo en 1885, jugó un papel enorme en la configuración del estilo del artista. La provincia francesa con su romance inherente proporcionó la base para la inspiración y la búsqueda de nuevos medios de expresión.
Toda su vida, Gauguin estuvo buscando el ser eterno, la verdad intacta, y Brittany, que los últimos logros de la civilización, con sus habitantes simples y preocupaciones cotidianas, aún no habían alcanzado, fue el primer paso en esta búsqueda. Luego habrá Martinica y, por supuesto, Tahití.
Hoy todos saben el hecho de que Gauguin era un oponente de la imagen de un movimiento o posturas dinámicas: todo debe “respirar” con paz y medida. Es por eso que todos los héroes de las obras del maestro son estáticos y se asemejan a estatuas monumentales. Esta tendencia característica, que formará la base de los modales individuales, Gauguin comenzó a aplicarse incluso en su período bretón, y las “mujeres campesinas bretonas” son un ejemplo vívido.
Las figuras femeninas en la imagen parecían congeladas en el tiempo y el espacio. En este caso, el artista deliberadamente reúne a las heroínas entre sí tanto como sea posible, por lo que, como si fuera, compactando el espacio. Las grandes figuras de mujeres campesinas están escritas en líneas simples y claras, Gauguin le dio mucha más importancia al color.
El fondo llama la atención: aunque en este papel actúa el paisaje, la pastoral de la aldea, Gauguin demuestra una vez más la importancia del color, en lugar de un verdadero parecido a una película. Para crear el fondo, el maestro utiliza solo colores puros y brillantes, sin sombras y semitonos, que, según Gauguin, arruinan la imagen. Como resultado, las mujeres campesinas se presentan ante el público, rodeadas por un hermoso mundo condicional, donde todo es armonioso, fresco y colorido.
Se puede decir con confianza que este trabajo es el primero, entre otros, que será de naturaleza decorativa pronunciada. Al admirar el mosaico como una técnica artística, con colores puros propios de él, líneas simples y falta de perspectiva, Gauguin creó estas pinturas, revelándoles el poder de los colores y las líneas tanto como sea posible.
Hoy en día, el cuadro “Mujeres campesinas bretonas”, que se exhibe en Múnich, sirve como un ejemplo vívido de una nueva mirada al poder y la posibilidad del color.