Una de las 3 pinturas presentadas por Chagall a la exposición de obras de alumnos de la Escuela Zvantseva. A partir de esta imagen comenzó una genuina biografía creativa del artista. Su simbolismo, que bordea la religiosidad, no puede dejar de sorprender.
Esta composición, hecha en colores oscuros típicos, fue precedida por numerosos bocetos con una perspectiva diagonal. A juzgar por las pobres casitas torcidas, esto es marginal Vitebsk.
Hay una persona muerta en la imagen, velas encendidas alrededor de ella. En el dolor, una mujer se da la vuelta, se aparta del cadáver, huye de él. El sentido místico de la muerte abarca al espectador, a pesar de la trama sin complicaciones.
La paleta oscura transmite una sensación persistente de anhelo e irreversibilidad de pérdida. La calle es negra como la muerte, casas sin vida y sin luz en las ventanas. La luz proviene únicamente de las velas, y el cielo, de color amarillo pálido, es el color del color de sus reflejos.
Al mismo tiempo, la imagen está llena de vida: una maceta cae de una ventana, la figura de un hombre que huye de un lienzo es visible.
La barredora de calles inquebrantable simboliza el inexorable paso del tiempo. El violinista que se subió al techo en silencio toca melodías de luto. La incongruencia de su colocación junto al signo del zapatero refleja extrañas fantasías propias de Chagall, combinando realidad y ficción.