Es característico que, trabajando constantemente bajo el cielo abierto, Vereshchagin notó sombras de colores y el juego de reflejos en los objetos y los tonos azules de la bruma del aire, pero transmitió todo esto, temiendo “disolver” las formas arquitectónicas en la vibración del aire, no puramente facetado, sino algo actualizado. De manera condicional académica.
No sucumbió a la posibilidad de identificar sensaciones puramente ópticas de la influencia del entorno en los objetos, para no perder con ellos una idea clara y precisa de un objeto particular de la imagen.