Karl Brullov estaba destinado a revelar su extraordinario regalo en el “país de grandes inspiraciones”, Italia, donde fue enviado por la Sociedad para el Fomento de los Artistas en 1822: fue aquí donde vivió brillantemente todas las esperanzas que había presentado en su juventud.
El pintor se permitió las digresiones líricas: las imágenes de los diagramas de género que, según el juicio de la crítica moderna, sin duda, nacieron por casualidad, se ven en la vida cotidiana de este país, creada bajo la influencia de una impresión directa.
Estos son los famosos “géneros italianos”, y el primero de ellos, “la mañana italiana”, le trajo gran popularidad. La heroína de la pintura, lavada bajo los chorros de la fuente, penetrada por la luz solar, la luz del aire de los reflejos que juegan en la cara y el pecho, se percibe como la personificación de la misma mañana, la mañana del nuevo día ascendente, la mañana de la vida humana.
El lienzo lo conquistó todo: el público italiano, y luego el público ruso, miembros de la Sociedad para el Fomento de los Artistas y, finalmente, Alejandro I, a quien la imagen de la Sociedad se presentó como un regalo. Más tarde, en 1826, Nicholas I ordenó una foto a KP Bryullov, que habría sido un “partido anterior”. El maestro buscó desarrollar una comparación figurativa del ser de la naturaleza y el hombre.
En el cuadro “Italian Noon”, la belleza madura de la heroína es como un racimo de uvas que admira, lleno de luz solar y jugos de la tierra. El cenit del día, el cenit de la vida de la naturaleza, el momento de la maduración de la fruta es el cenit de la vida humana. Ambas obras, “Italian Morning” y “Italian Midday”, estaban en el Palacio de Invierno, en las cámaras privadas de la emperatriz Alexandra Feodorovna, que no impidieron que los artistas y el público las vieran.
En el “Diario” del artista A. N. Mokritsky, fechado el 14 de octubre de 1835, narra cómo él y A. G. Venetsianov visitaron el tocador de la emperatriz para familiarizarse con estas obras maestras pictóricas.