En 1622, Rubens recibió un pedido de Maria Medici para escribir un ciclo completo de pinturas que consta de 21 lienzos y que representa los principales hitos de su vida. Una de las pinturas más sorprendentes del ciclo es “La llegada de Marie de Medici a Marsella”. En el corazón de la trama, aquel memorable día en que el pie de la futura reina pisó por primera vez la costa francesa.
Esto no quiere decir que este hecho estuviera rodeado por un aura de gloria y espléndidos honores, aunque Mary llegó en un hermoso barco centelleante, acompañada por tres flotillas, y trajo consigo a siete mil italianos que estaban destinados a vivir en Francia a partir de ese momento, sin embargo, el pintor pudo darle la vuelta. Llegada a esta extravagancia, magníficos ritos sagrados.
La heroína misma está rodeada de tantos personajes brillantes que no puedes verla inmediatamente en su contexto. En primer lugar, el ojo se detiene en las sirenas naiad desnudas, ubicadas en la parte inferior de la imagen. Junto a ellos vemos a Neptuno y Tritón. Por encima de la cabeza de la nueva reina, las trompetas de llegada revolotean en la gloria del cielo.
Mary es saludada desde el barco, con los brazos extendidos, dos personajes que personifican a toda Francia y Marsella en particular.
El ciclo completo de Rubens y Marie de Medici fue de gran importancia política: la reina acababa de regresar del exilio, finalmente hizo las paces con su hijo, el rey Luis XIII, y se suponía que las imágenes ayudarían a fortalecer su posición y recuperar su reputación en la corte. Al crear la imagen de la reina, Rubens logró elevarlo, impartirle majestad real y cambiar de peso el destino ordinario de Marie de Medici.