El mayor maestro holandés de mediados del siglo XVI es considerado Peter Bruegel el Viejo, apodado “campesino”.Venía de una familia campesina, y sobre dónde y cómo estudiaba, nada se sabe.
En 1551 vino de Brabante septentrional a Amberes, donde fue aceptado en el gremio de San Lucas. Según los documentos sobrevivientes, en los años 1552-1553, el artista viajó a Italia, donde visitó Nápoles, Sicilia y Roma.
En 1554 regresó a Amberes, luego se mudó a Ámsterdam y finalmente a Bruselas, donde finalmente se estableció. Al regresar a su tierra natal, Bruegel se encontraba en la vorágine de la lucha contra el gobierno español. La inquisición rabiaba en el país. Los españoles intentaron reprimir el levantamiento en los Países Bajos con fuego y espada.
Todo esto se refleja en la obra de Bruegel.
Las pinturas fantásticas de su predecesor Bosch ayudaron al artista a encontrar una nueva herramienta para representar lo que estaba sucediendo en la vida real. La fantasía de Bosch se traslada a su vida cotidiana en forma grotesca, llena de amargura y obras de frustración interior. La pintura, transmitida al Louvre en 1892, se refiere a las últimas obras del artista. Un año después de que fue escrito, murió.
Un mundo terrible surge ante nuestros ojos.
En el fondo de la hierba verde brillante están lisiados, tocones humanos lamentables. Y las paredes de ladrillo rojo que aprietan el espacio refuerzan aún más la sensación de tragedia de lo que está sucediendo en el mundo que nos rodea.