Muchas obras de Gustav Klimt fueron muy escandalosas debido al excesivo erotismo y depravación. Era un amante justo de las mujeres. Quizás fue esto lo que le dio tanta sombra a sus pinturas. El artista estaba lejos de la política, nunca se interesó por ella, pero siempre luchó por eliminar los límites rígidos de lo permitido en el arte. No estaba satisfecho con el arte tradicional y anticuado, por lo que se convirtió en el primer artista austriaco en el estilo moderno.
Con su extraordinaria y escandalosa creatividad, llevó el arte visual a un nivel conceptualmente nuevo.
En 1899, Klimt pintó el cuadro “La verdad desnuda”, que conmocionó a la sociedad vienesa y la resonancia que causó. La pintura muestra a una chica desnuda que, con toda su apariencia, se burla de los insultados espectadores. Esta foto fue el anuncio del inicio de una nueva era en la pintura.
La imagen de la heroína del lienzo es completamente contraria a los cánones tradicionales de la imagen de la mujer. Ante una belleza pelirroja no hay ni un solo gramo de vergüenza o vergüenza. Ella se parece mucho a una niña de burdel.
Al escribir una variedad de pinturas, Klimt invitó a las prostitutas a posar, y no se mostraron tímidas al mostrar la belleza de sus cuerpos.
Klimt sabía perfectamente cuál sería la reacción del público, a propósito decidió probar sus sentimientos, avivar un escándalo y mirar sus emociones. Más que nada, al público lo conmovió una cita de Schiller, que dice que a todo el mundo le gusta, mal.
Los investigadores que estudian las obras de Gustav están acostumbrados a creer que el personaje principal de la pintura tiene una conexión con Judith, el mismo autor. Ambos detrás de la belleza exterior ocultan el mal.
La imagen tiene otro significado oculto. La chica de la foto está sosteniendo un espejo. El artista le ofrece mirar al público, mirarnos a nosotros mismos, estar solos con nosotros mismos y reflexionar sobre lo que realmente estamos dentro.