Sometiéndose a la inexorable ley del tiempo, que crea y al mismo tiempo destruye, se reemplaza a generaciones de personas que han venido a este mundo. Los niños nacen, crecen, se vuelven fuertes y bellos, pero el tiempo los convierte implacablemente en personas mayores.
Los estados altamente desarrollados con un ejército invencible son destruidos por las guerras, los hermosos palacios se convierten en ruinas. Pero están siendo reemplazados por otros soldados, se están construyendo nuevos edificios, están naciendo niños. Esta es la ley de la vida.
La rueda del tiempo está girando continuamente, como las piedras de molino, haciendo una rutina interminable y devolviendo todo a “lo tuyo”.
En la pintura de Luis Royo, La rueda del tiempo, la vida se ha detenido. Dejaron de girar, contando décadas de pesados engranajes, telarañas y polvo durante siglos que cubrían las paredes y los techos de un fantástico molino de tiempo. Así lo ordenó la joven sacerdotisa, sosteniendo en sus manos la gestión del tiempo y todo el ejército encadenando esclavos.