
Federico vio por primera vez las montañas, siendo bastante joven, en 1810. Desde entonces, se han convertido en un motivo frecuente de sus paisajes, un símbolo de las alturas del conocimiento y la vida espiritual.
Unos pinos sobre picos rocosos nos recuerdan la vida eterna. Pero en el camino hacia ella, es necesario superar la garganta, arremolinándose en la niebla, el abismo del pecado, en el que una persona corre el riesgo de caer cada minuto de su viaje terrenal.
Búho en la tumba – Caspar David Friedrich
Salida de la luna sobre el mar – Caspar David Friedrich
Abadía en el bosque de robles – Caspar David Friedrich
Pasos de la vida – Caspar David Friedrich
Las tumbas de los antiguos héroes – Caspar David Friedrich
En el velero – Caspar David Friedrich
Tarde – Caspar David Friedrich
Paisaje con un árbol seco – Caspar David Friedrich