El protagonista de la pintura es tradicional: el trabajador, que no está doblado aquí, sino que se endereza y asciende al cielo. Por encima de la peculiar metamorfosis de la ciudad transformadora, mira hacia la distancia, hacia un futuro brillante.
El trabajador es algo gigantesco, y en general la clase avanzada está representada en el momento de su transformación revolucionaria. Al mismo tiempo, parece que un arquetipo campesino primitivo se superpone a las ruinas de la ciudad, no es un himno de una nueva era de trabajadores y no una glorificación de la industrialización. Más bien, esta imagen es una visión del artista de su sociedad contemporánea, un reflejo de la idea del “consejo del socialismo”, a menudo retomada en manifiestos literarios y utopías arquitectónicas de la época.
La imagen refleja, en primer lugar, los símbolos simbólicos del tema del proletariado: las manos humanas como instrumento de creación, la transformación del mundo. También hay figuras humanas, caras pensativas, ojos. Los edificios y los fragmentos arquitectónicos se representan como “átomos” del nuevo mundo proletario.
Se pueden identificar numerosas espirales que impregnan la imagen con la encarnación de la idea de desarrollo.