1562 años. Bruegel usa esta historia bíblica como un pretexto para retratar demonios y demonios, que sus contemporáneos consideraban seres bastante reales.
El Arcángel Miguel, representado en el centro, junto con la hueste celestial expulsa a los ángeles que se rebelan contra Dios. Estos últimos se transforman en criaturas fantásticas, los habitantes del infierno. Aparecen en forma de personas y animales con la boca abierta y el estómago abierto.