La historia del patriarca bíblico José se cuenta en Génesis. Incluso en el hogar paterno de Jacob y Rachel, su amado hijo José actúa como un soñador. El padre de José lo distingue de sus hermanos y, celoso de su posición especial y su hermosa ropa, venden a José como esclavo a los viajeros de caravanas a Egipto.
En Egipto, José sirve como esclavo del rico rico Potifar, el jefe de los guardaespaldas del faraón.
Potifar confía en José con toda su casa, pero la esposa de Potifar invade su castidad, y José escapa, dejando su ropa en manos de una mujer. La esposa de Potifar, enamorándose de José y no logrando la reciprocidad, lo acusa de violación. En la prisión donde fue enviado José, el panadero y el panadero del zar están con él.
José interpreta sus sueños, según los cuales el panadero será ejecutado, y el panadero será perdonado después de tres días.
La profecía de José se está cumpliendo, y el mayordomo lo recuerda cuando a los sacerdotes egipcios les resulta difícil interpretar el sueño del faraón de siete vacas gordas devoradas por siete magras y siete espiguillas buenas devoradas por magras. Joseph, convocado desde la prisión, interpreta un sueño como una premonición de que después de los próximos siete años de una buena cosecha, vendrán siete años de mala cosecha. Él aconseja a Faraón que designe un fideicomisario para crear existencias durante la hambruna. El faraón nombra a José como confidente, lo favorece con su anillo, le da el nombre egipcio y, en esposas, la egipcia Asnef, hija de un sacerdote de Heliópolis.