“… Con la mediación de María Cézanne, se puso en contacto con el portero del monasterio medio enloquecido. Escapó del monasterio y ahora vaga por estos lugares, apareciendo de repente aquí y allá, delgada, siniestra, con una mirada desenfrenadamente errante.
Para ayudarla a alimentarse y además de obtener la naturaleza que necesita, Cézanne le pide a esta mujer que posen para él. Él está escribiendo su retrato. En frente de la artista se sienta una anciana doblada con la cabeza baja. Las manos pasan por cuentas grandes, los ojos están vacíos y, al mismo tiempo, astutos.
Combinando armoniosamente el azul con el rojo, Cézanne escribe “Una anciana con un rosario”, una imagen en la que se encarna una desesperación tan genuina y dolorosa, una imagen del propio destino del artista… “