Los contemporáneos vieron en las obras de Hiroshige un recordatorio de visitar ciertos lugares en Japón, famosos por su belleza. Sin embargo, a menudo se le culpaba por el hecho de que distorsionó deliberadamente la apariencia real del área representada. Es difícil discutir las causas de cada una de las “inexactitudes”, pero se sabe que Hiroshige mantuvo diarios de viaje en los que registró las especies que llamaron su atención, como es el caso de la serie de carreteras de Tokaido, y por lo tanto todas las desviaciones de su apariencia real están dictadas por consideraciones puramente artísticas.
Y en su serie tardía, “One Hundred Famous Views of Edo”, hay bastantes hojas con un enfoque tal del “retrato” de una localidad en particular. Por todo eso, Hiroshige no solo retrató la naturaleza, sino que también buscó transmitir su emocional dominante, el estado de ánimo de la naturaleza. Quizás la segunda tarea fue para él la principal, lo que explica el hecho de que podría bajar o cambiar partes individuales o agregar piezas inexistentes.