
Wall sabía muy bien en todos los matices de las relaciones de género. Sus pinturas, escritas en escenas eróticas, están siempre pintadas con buen humor. El artista, tan magistralmente, inyectó en sus pinturas insinuaciones obscenas y detalles “erotizados” que el espectador actual no siempre está claro dónde están.
Por ejemplo, la pintura “La niña que ofrece ostras” no nos parece en absoluto indecente, aunque en algún momento probablemente causó que más de una matrona virtuosa se sonrojara. El hecho es que las ostras en el siglo XVII fueron consideradas como un fuerte afrodisíaco.
Así que una chica que ofrece ostras en realidad ofrece algo completamente diferente. Hay muros y más pinturas “directas” eróticas. Ellos, tal vez, disfrutaron de una popularidad aún mayor entre los burgueses ricos.
Estos incluyen, por ejemplo, la escena situada a la derecha.
Esta imagen es muy curiosa no solo desde el punto de vista pintoresco, sino también desde el punto de vista cognitivo, porque nos da una idea clara de la situación en la que “tuvo lugar la vida sexual de los holandeses”. Los gestos de ambos participantes en el juego de amor son transmitidos por el artista de manera muy plausible, y el jarrón nocturno cerca de la cama, sin duda, agrega autenticidad a toda la escena.
Chica con ostras – Jan Steen
El flujo de la vida – Jan Steen
Fiesta familiar – Jan Steen
Maestra de escuela – Jan Steen
La disputa sobre el juego de cartas – Jan Steen
Sociedad de la diversión – Jan Steen
Argumento del juego de cartas – Jan Steen
La retórica en la ventana – Jan Steen