“Giraffe on Fire” o, como también lo llaman, “Burning Giraffe” es una de las obras más famosas e importantes para el gran surrealista. Este cuadro fue pintado en 1937 antes de que el artista emigrara a los Estados Unidos en un estilo surrealista.
Esta imagen, de manera especial, hace eco en otro lienzo del gran artista: “La creación de monstruos”. Según el propio Salvador Dalí, estas dos imágenes son una especie de advertencia sobre una guerra rápida. Es característico que en ambas pinturas haya una imagen de una jirafa con una espalda en llamas.
El contraste de las llamas rojas brillantes con un cielo azul enfatiza la tragedia particular de la obra. El tono general azul-aguamarina de la imagen la hace bastante espectacular. Un papel especial en el esquema de color del lienzo se juega con una combinación de tonos rojos y azules.
Esto llama la atención del espectador y lo pone ansioso.
Al mirar la foto, se atrae la atención hacia la figura central de la mujer que estira sus brazos hacia adelante. La sangre en la cara y los antebrazos de una mujer no nos permiten ver sus rasgos. La postura de esta mujer está llena de impotencia y desesperación ante el enfoque inexorable de algún peligro.
Detrás de casi una silueta de otra mujer se representa. En sus manos sostiene un trozo de carne, con el que el artista quería mostrar la debilidad y el deseo de la humanidad de autodestruirse. Detrás de ambas figuras se representan los accesorios peculiares, utilizados a menudo en las obras de Dalí y que personifican la depravación y la debilidad de una persona.
La figura de un animal en llamas se hace mucho más pequeña que las figuras de mujeres: es, como lo expresó el propio autor, el “monstruo apocalíptico cósmico masculino” y, sin duda, la principal imagen central de la imagen.
El estado de ánimo de esta imagen, Salvador Dalí, logró demostrar su premonición de la implacable guerra mundial. Aunque Dalí ya habló de su apolítico, con este cuadro, demostró la lucha contra su país.