Impresionado por las obras de los impresionistas en 1886, Van Gogh trabaja en pinturas, que incluyen contrastar colores y colores brillantes. Los bodegones pintados ese verano se distinguen por una combinación de colores como el naranja y el azul, el púrpura y el amarillo, el verde y el rojo.
Este enfoque innovador permite al artista prevalecer sobre las obras habituales de calma, medidas e incluso algo grises. Es fácil adivinar que el autor considera que sus creaciones anteriores en este caso son discretas y grises. Los colores oscuros se usaban principalmente allí, y la imagen se percibía como algo estándar, generalmente aceptado.
El uso de colores brillantes y colores saturados permite al artista repensar fundamentalmente su obra.
El maestro considera que la naturaleza muerta con gladiolos es entrenar y practicar sus nuevas tácticas para crear una obra maestra. En este trabajo, el espectador ve colores rojo y amarillo brillantes, un fondo verde intenso y suavemente azul con un toque de azul. Los colores del juego y las combinaciones audaces te permiten lograr el efecto de un ambiente soleado.
Además, tales experimentos nos permiten ver el profundo replanteamiento de Van Gogh de su propia creatividad. Probablemente, la mudanza del autor a París, nuevas impresiones y esperanzas influyeron en el intento de cambiar el estilo del trabajo inicial.
El papel traza alguna influencia de la obra de Adolphe Monticelli. El artista también usó colores brillantes y translúcidos, lo que crea una impresión de ligereza y hace que la imagen sea sublime y fácil de percibir.