El “invierno” se representa alegóricamente como un antiguo tocón podrido con grietas en la corteza, que en algunos lugares ya ha desaparecido. Tocón como un viejo miserable, un poco animado. Su nariz está rota, hinchada y escamosa, su boca desdentada (un hongo) se sienta torcida y su barbilla está llena de verrugas.
Toda la cara está cubierta de cerdas, cicatrices y costras, ojos pequeños profundamente ocultos en la grieta de la corteza. Como oreja, queda un nudo de una rama rota. El anciano se congela del frío y está protegido por una estera de paja.
Pero el hecho de que el invierno no es para siempre, dicen dos limones: amarillo y naranja, que contrastan con el fondo oscuro general. Traen un atisbo de sol y calor en una atmósfera opaca.
El símbolo de la próxima primavera son las hojas verdes de hiedra que crecen en la nuca del anciano, así como una maraña de vides entrelazadas en lo alto, que se asemejan a una corona. El escudo de armas es visible en la estera como una señal de que la pintura fue encargada por el emperador.