La pintura “La Iglesia en Auvers” fue pintada en el último año de la vida de Vincent van Gogh. En 1890 se mudó a Auvers, un pueblo cerca de París, donde muere en un par de meses. Allí se creó este lienzo.
El objeto principal de todo el cuadro es la iglesia, que se representa muy creíblemente. Esto es comprobado por las fotos reales de esta iglesia. El artista trazó claramente todos los detalles arquitectónicos del edificio, cada esquina, cada ventana, incluso los barrotes de las ventanas no fueron ignorados.
Tal preocupación por los detalles sugiere que este lugar era cercano e importante para el artista, puede que lo haya visitado a menudo, por eso conocía tan bien todos los detalles.
Un detalle importante de la imagen es también el camino que rodea la iglesia desde todos los lados. En este camino a la oración hay una mujer. No es tan importante en la trama de la imagen, por lo que Van Gogh no prestó atención a los detalles y la retrató con fluidez y de forma esquemática. Se asigna una gran cantidad de espacio en la imagen a la vegetación que rodea la iglesia. Alrededor de la hierba verde y el prado, salpicado de flores.
Como muchos otros, esta imagen es muy colorida y rica.
El color del cielo confunde al espectador, es de un color tan oscuro que parece que la imagen es de noche, si miras por las ventanas de la iglesia, solo se puede ver la oscuridad allí, pero el resto de los detalles están a la luz, por lo que es muy difícil concluir sobre la hora del día. Pero incluso estas cosas no hacen de este paisaje un fracaso. Tal incertidumbre es el punto culminante de este trabajo.
La iglesia en sí está representada en una gran cantidad de diferentes colores brillantes. Demasiados colores para un lugar tan tranquilo y silencioso. La vegetación, la iglesia circundante, el camino, todo brilla en colores brillantes.
Todo esto hace que el paisaje sea poco natural, lo que estropea ligeramente la impresión de la pintura, pero aún así, este lienzo provoca emociones más positivas.