Después de dejar el hospital psiquiátrico a principios de 1939, Pollock continuó su tratamiento con el psicoanalista Joseph Henderson, un fiel confesor del sistema Jung. Ante la insistencia del médico, Pollock limpió su subconsciente durante 16 meses, derramando imágenes y experiencias negativas en su papel y lienzo, donde aparecieron monstruos, animales depredadores, personajes siniestros e ídolos misteriosos.
En muchos sentidos, estas obras de Pollock se parecían a las de los surrealistas europeos, la mayoría de los cuales, por cierto, se mudaron después de la Segunda Guerra Mundial a Nueva York. Durante este período, el mundo artístico de Pollock fue una extraña mezcla de surrealismo europeo, el realismo solemne de Benton y las criaturas de su propio subconsciente.
Vívidos ejemplos de tales obras pueden servir a sus obras como “Sin título”, 1938-41 y “Hombre y mujer”. Estas pinturas demuestran al espectador la dualidad de la naturaleza del artista, que combina elementos masculinos y femeninos. Lee Krasner dijo que en la película “Hombre y mujer,” Pollock “finalmente se dirigió a su erotismo, a sus alegrías y dolores, a aquellas emociones que son tan difíciles de transmitir con medios ordinarios”.