La extraordinariamente brillante artista Bertha Morisot, gracias a su indiscutible talento, pudo ganarse el respeto y el reconocimiento en el ambiente puramente masculino de los impresionistas. Sus pinturas llevan la huella de un estilo individual único: a Morizo no le interesaban las calles ruidosas, las multitudes o los desnudos que se movían con rapidez, solo como mujer, buscaba reproducir un ambiente acogedor, una pastoral familiar, un idilio relacionado y otras escenas tranquilas.
La imagen de “Hermanas” refleja maravillosamente las preferencias en el plan de la trama y las técnicas especiales, por así decirlo, en el área de ejecución: ropa de cama y tonos limpios, un amor especial por el blanco, que ella “poseía” filigrana, trazos grandes y sueltos, espacio para “respirar” y textura
El trabajo capturó a dos hermanas sentadas en un sofá hábilmente escrito. Las chicas son brillantes representantes de la burguesía, vestidas a la moda de aquellos años: vestidos amplios, pelo recogido en cabellos altos, cintas decorativas en el cuello, un abanico en una mano y un anillo grueso en el dedo de la otra. Seguramente las damas tienen una pequeña charla, sin embargo, el artista nos las mostró en un momento de pausa, las chicas pensaron profundamente en lo suyo, como lo indica la visión un tanto distante de ambas heroínas.
La imagen se siente tan extravagante para otros impresionistas, lirismo pronunciado e incluso sentimentalismo, sensualidad y el aliento de la juventud. Pero sobre eso, ella y la mujer, la maestra fina con el estilo y la visión, y además el artista más querido de hoy.