El paisaje de invierno es el tema favorito de cualquier artista ruso, e Igor Grabar no fue la excepción. Su invierno es ligero, libre y tranquilo. La belleza contemplativa es diferente y el “febrero azul”.
Un acercamiento muy inusual a la perspectiva de la imagen: se invita al espectador a mirar el bosque de abedules cubierto de nieve como si estuviera desde el fondo. Esta técnica expande el espacio y le permite sentir toda la extensión del bosque de invierno. La pintura utiliza los colores tradicionales del invierno: blanco, azul, gris, ultramar.
Sin embargo, su increíble combinación y técnica especial hace que el paisaje sea tan realista y familiar, que uno podría obtener la impresión de manera involuntaria: ha visto esta maravillosa imagen más de una vez en su vida.
Casi increíble es la habilidad única del maestro para transmitir los mejores matices de la naturaleza. Aquí y en este trabajo, podemos sentir el difícil invierno y ese momento difícil de alcanzar cuando la primavera da sus primeros pasos tímidos. Esto se muestra en los troncos desnudos de los árboles y en un color ligeramente más cálido de los rayos del sol.
Los árboles recreados con maestría causan admiración: “la heroína principal” está en primer plano, un gran abedul, un poco más lejos de lo que un abedul es más pequeño o con pequeños troncos delgados, sin embargo, la corona de árboles retuerce maravillosamente toda la atención. Como si fuera un patrón intrincado en una escarcha brillante, el complejo de encaje de ramas ocupa la mayor parte del lienzo.
La pintura se ejecuta en un estilo impresionista con emotividad y colorido inherentes, y el estilo individual lo convierte en una verdadera obra maestra de invierno.