Desde el principio, en el grabado teatral, se utilizaron imágenes de monjes, los emblemas familiares de los actores que, en gran forma ampliada, decoraron sus kimonos. Mona ellos mismos obras maestras de gráficos en miniatura, hechas de manera contrastante. El uso en el grabado destacó doblemente su belleza y expresividad gráfica.
En la segunda etapa del desarrollo del grabado, el rango de su tema se expandió, revelando el mundo emocional de una persona, revelando los rasgos característicos de su apariencia externa, se volvió más vívido y profundo. Esta vez es a menudo llamada la “edad de oro” de las impresiones japonesas. Está marcado por las actividades de los artistas más grandes que utilizaron hojas de diferentes tamaños y desarrollaron una técnica de impresión multicolor.