Un paseo nocturno por el bosque de pinos llevó a la joven a la orilla. Como siempre en las obras del artista, un hombre en el fondo de la naturaleza parece frágil y pequeño. Los pinos altos, bañados por la luz del atardecer, se elevan majestuosamente sobre el hombre.
Las agujas en los árboles se ven un poco plateadas.
El cielo sobre el bosque está casi sin nubes, la hierba verde en el borde no es tocada por el sol, la luz se pierde en un denso bosque de pinos. Uno tiene la impresión de que el camino conduce a una persona, y no una persona sigue el camino. El maestro transmite perfectamente la ligereza y el aroma que se eleva en el aire de la noche.
Los colores de las pinturas crean un ambiente especial en la obra: paz, alegría, paz.
Al principio, una figura femenina con un vestido azul suave parece superfluo, detalle inventado. Habiendo examinado más atentamente, uno puede asegurarse de que la presencia de una persona en el paisaje sea orgánica y natural. El paraguas de verano en manos de una joven está doblado, el calor del verano ha disminuido. El bosque parece brillar desde el interior. Es como si el sol mismo se hubiera hundido en un matorral y se estuviera preparando para dormir.
El silencio y la dicha se esparcen por el borde.
El hombre abandonó el bosque y la naturaleza sanó con su vida libre. En el borde de los bordes del bosque hay tocones de árboles derribados, una rama seca, sin hojas marrones perdidas. Todo esto es fruto de la actividad humana.
El cuento fue dejado allí, atrás. Delante del mundo de personas cambiando constantemente el mundo a su alrededor para sus necesidades. El autor es discreto.
En su obra no hay apelación ni protesta.
El artista no impone su punto de vista al espectador, ofreciendo disfrutar de la belleza de la naturaleza rusa y pensar en su papel para cambiarlo, incluso en la violencia contra él. Curiosamente, bajo el mismo título se conoce otra obra del autor, escrita dos años después, ha estado durante mucho tiempo en una colección privada en la República Checa.