En la ermita hay una pintura del artista español Esteban Murillo, “El sueño de Jacob”, en la que se transmiten lo fabuloso y mágico del sueño de Jacob. Parece que el artista enfocó su atención principal en el paisaje, y no en la trama bíblica. La acción se lleva a cabo de noche, con la luna, iluminando débilmente la luz fría de troncos retorcidos y ramas de árboles viejos, un río y una cascada.
La luz de la luna, mostrada a través de nubes oscuras y rotas, se transmite con especial cuidado. Las hojas en las ramas de árboles viejos y poderosos se perciben desde lejos como flores maravillosas. Ángeles frágiles y tiernos, vestidos de rosa, azul, amarillo pálido, descienden y ascienden por esta misteriosa escalera.
Contra el oscuro paisaje nocturno, sus ropas y alas brillan con puntos de luz. Al principio ni siquiera notamos la figura del Jacob dormido en ropas de color rojo claro. La imaginación creativa del artista aleja al público de un relato detallado de su extraordinaria comunión con el Señor.
Es mucho más importante transmitir el estado de ánimo, inusual y misterioso de lo que está sucediendo.