Por primera vez, el tema del sembrador Van Gogh se dibuja en 1880, cuando escribe una copia de la pintura del mismo nombre de Jean-François Millet. Más tarde, ya en Arles, el artista crea varias pinturas dedicadas a este tema. Para Van Gogh, el hombre que cultivó y sembró la tierra fue un símbolo de la infinidad de la vida, donde los procesos de crecimiento, floración y recolección de frutos se alternan continuamente.
Este lienzo de 1888 es uno de los intentos por revelar la imagen del sembrador en el contexto en que el artista lo vio. La imagen tiene una composición abierta. Casi todo el espacio del lienzo está ocupado por la tierra arada, por lo que el autor enfatiza su significado infinito.
El campo está escrito en amarillo, que en Van Gogh se convierte en un símbolo de la vida.
Este color se ve realzado por trazos de pintura azul pura, que crea la ilusión del reflejo del cielo. Escrito de esta manera, el campo parece perder materialidad, volviéndose intangible e ingrávido. Es más bien una imagen que personifica el infinito y la vida incomprensible. El campesino, por el contrario, está escrito en parches gruesos generalizados de tonos oscuros.
Su figura parece bastante pequeña en el contexto de un campo interminable, pero él camina a lo largo con un amplio andar seguro, arrojando granos de trigo al suelo.