El “período rosado” no toma tanto tiempo en la obra de Picasso, solo dos años, pero en tan poco tiempo el pintor logró crear una serie de lienzos que se distinguieron por su propio estilo y marcaron el comienzo de su fama. Una de esas obras icónicas es “El niño que lleva un caballo”.
La gracia, la sutileza, la alegría en un compartimento con tonos claros de rosa, beige, gris y línea elástica distingue tanto el período rosado de Picasso como un todo, y esta imagen en particular. Picasso trabajó mucho en ese momento en el género de retratos, reproduciendo repetidamente a su primer amado, Fernando.
La segunda pasión fueron las escenas de género, donde los personajes principales eran artistas de circo, comediantes, vagabundos, etc. En la imagen vemos a un joven desnudo que lidera un caballo gracioso: las figuras humanas y animales se escriben con especial cuidado y veracidad, y también se enfatizan a propósito. Línea clara, casi continua.
Todo en esta obra respira libertad y espacio ilimitado, tanto un niño desnudo, libre de ropa, como de convenciones, y un caballo gracioso, sin un arnés habitual, y la tierra sin velo verde, arbustos y árboles.
Un hombre libre con un animal libre camina en una tierra libre. El mismo Picasso anhelaba esta libertad, buscando aislarse de los apretados grilletes del arte académico.
Hace siete años, se asoció un escándalo notable con esta fotografía: un descendiente del antiguo propietario, Julius Sheps, quiso recuperar al “Niño y el caballo” y lo llevó al Museo de Arte Moderno de Nueva York. El sobrino nieto del banquero fallecido argumentó que la pintura fue transferida al museo ilegalmente. El banquero quería vender la pintura, ya que aparentemente ya no es su dueño, ya que olvidó que ya había presentado la pintura a su segunda esposa, Elsa.
Sin embargo, a través de las pruebas en un antiguo negocio familiar, el museo defendió la notable pintura de Picasso, dejándola en su lugar original en su hermosa colección.